Balacera,
balacera... Hace 5 años escuchaba esa palabra por primera vez y, si no fuera
por su significado, tengo que confesar que su fonética, el sonido del vocablo,
me pareció hermoso.
Pero hace
5 años, comencé a prestar atención a palabras como esa y como feminicidio, como
maquilas, como Ciudad Juárez... y fui consciente de la inconsciencia que
sufríamos a este lado del océano, en este extremo de Europa, y fui consciente
de que actos públicos que dieran a conocer sucesos tan terribles que, por
habituales, ya no son incluidos en los mediodías televisivos, eran necesarios.
Y en ese tiempo, me unía a la organización de dicho encuentro y comenzaba, primero
en Ourense, y después en Salamanca, a llevarlo a cabo.
Después
de estos años, sé que la situación, lejos de mejorar, se extiende por otras
ciudades, no sólo de México, y cada día se hace más difícil digerir la idea de que
una mujer no vale nada si un hombre desea arrebatarle la vida. Pero, más allá de
estos asesinatos que tienen nombre propio: feminicidio, acampa la idea de que
cualquier crimen, del sexo que sea, queda impune si se convierte en masivo.
Y, ahora,
migrantes, trabajadores de baja cualificación, niños indefensos, mujeres,...
viven cada día el miedo a la muerte, sabiendo que su sepultura será anónima y
común. Común no sólo por la falta de entidad cuando innumerables cuerpos se
acumulan bajo tierra; común porque ya no es noticia que nos obligue a
dejar de comer en cualquier mediodía informativo, haciéndonos sentir, de alguna
manera, responsables de la falta de humanidad que todos llevamos dentro. Es más
fácil vivir sin ver que tener que sentir náuseas de nosotros mismos a la hora
de comer.
Y el
Encuentro de Escritores de Ciudad Juárez ha servido para que muchos de los
artistas participantes y del público asistente hayan tomado conciencia, igual
que yo hice no mucho tiempo atrás, de situaciones como esta. Ha servido para
sensibilizarnos, para conmovernos y enrabietarnos, para ser un poco más humanos
y hacernos sentir dolor y solidaridad ante las víctimas de cualquier masacre.
Este es
el primer paso: dejar de estar ciegos ante el sufrimiento ajeno y convertirnos
en seres más empáticos, pero sobre todo, más conscientes ante inconsciencia de
los otros. Hay que gritar, hay que dolerse y llorar si es necesario, hay que
luchar para que el mundo, nuestro mundo, al que nosotros podamos llegar, sea un
poco más humano y menos sangrante cada día. Hay que gritar, y todos los que se
unen cada año a este Encuentro, lo hacen de corazón. Gracias por unir vuestras
voces, vuestras armas llenas de genialidad a este grito colectivo que
sensibiliza almas. Gracias por intentar que balacera se convierta en un sinónimo
de balada sincera. Gracias por la belleza.
MONTSERRAT
VILLAR GONZÁLEZ
Coordinadora del Encuentro en Salamanca
Más información:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por darnos tu opinión.