Nuestro paso por Versionarte

P1090100 Este es el resultado de la experiencia que compartimos con el pintor Juan Sebastián. Poesía y pintura se dieron la mano como expresión artística de los sentimientos,

Los dibujos que podéis ver a continuación son fiel reflejo de lo que el artista sentía al oir recitar a los poetas, el tema de los mismos, la musicalidad, la cadencia y el ritmo de las voces, dirigían su mano.

Una experiencia nueva y gratificante para ambos.
Gracias Juan Sebastián por hacerlo posible.
 
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INSTANTE MÍSTICO
Carmen Prada
Respiro cipreses
y tañires de campanas,mientras la piedra
calienta mi carne.
Me dejo mirar sin pudor
por los ojos amarillos
que lo ven todo,
escondidos bajo las coronillas
que los beatifican.
Siento en mis dedos jugar
alientos de siglos
que ya no son,
que sucumbieron atrapados
en muertes y ferias.
Me aroma el incienso del silencio
que se desmaya sobre mi piel,
y me unto avariciosa
en los óleos que manan
del momento sublime.
Detengo la diáspora
del chorro mutilado
de mis esperanzas,
y acaricio las crines sedosas
del instante que ansío perpetuo,
burlándome de las sombras
que, durante segundos,
he alejado de mí,
con la osadía de una victoria
que sé, efímera.


INTROSPECCIÓN
Arantxa Agudo Álvarez
Me desnudé ante ti
sin abrir un botón de mi camisa.
Me mostré para ti
tal como soy,
con defectos y virtudes.
Quise que fueses mía
Y no la que tuve que vivir.
Pero tú, sorda,
no mostraste piedad ante mí.
Me vapuleaste sin compasión,
me despertaste
del sueño
de mi infancia adulta,
Y por fin lo vi.
No eras tú,
era yo
quien debía tomar mis riendas,
quien debía hacerte mía.
Mi enemigo
era yo,
tú, quien cargaba mi culpa.
Tú, mi vida;
Yo, tu humano.
Tú, mi oportunidad,
Yo, quien la vive. 

 Canción de Amergin
(Versión Libre y poetizada del Poema Irlandés del siglo XII)
Chema García
Yo soy la voz que abre tinieblas.
Yo soy el viento del océano.
Yo soy la ola de la luna.
Yo soy el eco de este piélago.
Yo soy del sol, su lágrima.
Yo soy halcón de acantilado.
Yo soy sangre de los muertos
Yo soy siete de las púas
de las astas de los ciervos.
Yo soy escudo de reina.
Yo soy valeroso jabalí.
Yo soy lago en el creciente.
Yo soy el mago del fuego
en la cabeza que prende.
Yo soy origen de bosques.
Yo soy salmón en la presa.
Yo soy prodigio entre flores.
Yo soy humo de colinas
donde andan los poetas.
Yo soy un Tuatha Dé Danann.
Yo soy de la Diosa Madre.
Yo soy tumba de esperanza.
Yo soy druida, hijos de Irlanda.
Yo soy Amergin, hijo del dolmen.


COPLA
Agustín Sequeros

  Abedules blancos,
Abedules del río.
Lleváis en el nombre
Cristal y olvido.
Abedules,
Abedules blancos del río.

 Indefensión
Gabriel Cruz
Salí al campo en primavera
en lunas del mes de mayo
del cielo nítido, azul,
desciende el sol empicado.
Ya no trinan los jilgueros
en los zarzales del prado,
ni las palomas se arrullan
en la cumbre del tejado.
Una extraña mariposa
multicolores alados
se debate convulsa
derribada sobre el barro.
Del canal de riego seco
en su corteza agrietado
un sapo amarillo oscuro
del bajo suelo ha saltado
anulando sin recelos
la mariposa en el barro.
No respeta su belleza
ni su lastimero estado.
ambición, envidia, orgullo,
cuántas vidas has truncado
cual la linda mariposa
si al arroyo la han lanzado.

Ida y Vuelta
Pepita Sánchez Sousa
Leído por Nacho Serrano

 
Pintada como una Drag Queen. Segura bajo su máscara descalabra el pavimento con sus exagerados tacones. Una bandada de pájaros rodea su cabeza afanándose en hacer el nido en el despeinado plumero que luce por moño.
Al pasar por la puerta de la iglesia, los dardos de sus pestañas se clavan en Apolo vestido de chaqué que le da el brazo a un bulto blanco.
El moño quiere alcanzar el cielo. Los pájaros revolotean jubilosos… ¡todo es hermoso! Hoy es el definitivo. Hoy sobrepaso el canon. Hoy tiene que ser.
Y allá va la Diana cazadora abanicando con sus lánguidas pestañas a un moreno que le guiña un ojo y le sonríe socarrón.
Ella se derrite y mira hacia atrás, pero el moreno con paso elástico dobla la esquina.
Ahora un trigueño, luego un rubio, después un pelirrojo…Y así se pasa la mañana sin escribir una letra en el libro de su vida. El estómago le pellizca, el callo del dedito pequeño le martiriza, los tacones apenas acarician el suelo y el moño cae desmayado sobre sus hombros; el corazón se le hace chiquito y se le atraviesa un nudo en la garganta como una aceituna entera…
Un día más. Otra página en blanco. Una lágrima indiscreta precursora de lágrimas negras descarga del peso a sus cansados párpados y cae llenando sus blancas páginas. Al pasar por la iglesia, los pájaros le abandonan para hacer la compra aprovechando la oferta de arroz.

Cuando no estás
Elena Díaz Santana


Te busco
en la sinfonía
que pone música
a la noche de astros y de luna;
en la verde cabellera
de los pinos
que mece el aire que respiras;
en el atardecer
donde mueren los caminos
por donde ya no pasan
ni rebaños ni pastores.
Te busco…
y al final te encuentro
bajo el árbol frondoso del verano,
donde cada tarde duerme,
la luz de tu sonrisa.
 

  Mundo de mármol
Montse Villar

 
Los ojos de la muerte nos dan a desgana
los buenos días.
Pululan entre nosotros, seres de alabastro
que creen estar vivos.
Nos miran, nos hablan, nos abrazan
fingiendo amor.
Nos llevan cada día un poco más cerca
de la rabia y del dolor.
Hacen despertar en nuestras entrañas
el odio y la amargura.
Se comportan como seres humanos
de frío metal y dañan.
Si los observamos, reconocemos a unos cuantos,
a unos cuantos más cada día.
Y seguimos viviendo en la esperanza de
encontrar nuevos seres como nosotros,
hombres de alegría y caricias.
Y continuamos esperando y engañándonos
diciendo que la vida nos juega
malas pasadas.
Sólo al final, veremos, decidiremos
que nosotros éramos los imbéciles
en este infierno. Anhelantes
de vivir como ángeles en un mundo
de muerte, un mundo de mármol.


EL PARAGUAS DE MIS SUEÑOS
Sofía Montero
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La tarde se hace gris.
El cielo se envuelve de recuerdos.
Gotas de hielo
bailan al ritmo de la vida.
Abro mi paraguas de cristal
que ilumina las miradas.
Blanco y azul navegan en su textura,
espejo de cielo barnizado de humedad.
Gota a gota se desliza
por la fría languidez de la tela.
Me acurruco en su interior
donde anidan mis sueños.
Envuelta en su escondite,
agoto la sed del pensamiento
para sentir mi piel
acariciada por su encanto.
El sol desliza sus rayos
sobre mi tez.
Cierro mi paraguas
con el deseo de vivir
nuevos sueños de lluvia junto a él.















































































































































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