Eduardo
Fernández, más conocido como Dudu, nació en Cabezón de la Sal, Cantabria, en
1977. Actualmente reside en Villamuriel de Cerrato, Palencia.
Empezó
a escribir en la adolescencia, pero nunca había mostrado sus versos en público
hasta hace un par de años, cuando comenzó a participar asiduamente en grupos
como DiVersos y Susurros a Pleno Pulmón.
Para
Eduardo, “La poesía es una ventana que nació siendo espejo”, una forma simple
de autoconocimiento donde espera que el posible oyente/lector pueda sentirse
identificado y reflejado. Paisajes comunes de la experiencia, disecados en
breves poemas.
Sus escritos más destacados están presentes en las
antologías Lluvia de Recuerdos del
Centro de Estudios Poéticos, Versos en el
aire II de Diversidad Literaria, Espejo
de Papel- Narradores de Cantabria de Editorial La Ortiga. Ha colaborado en
la revista (H)ala! De La Azotea Ediciones bajo el seudónimo de Eduardo Cordero
y ha sido Finalista del II Premio de Creación Literaria Villa del Libro 2012.
PIEL MUERTA
Arrancarse
los recuerdos como
piel
muerta,
rascando
con rabia las grietas
de
lo inservible.
Lamer
pausadamente
los
dobleces amargos.
Quedarse
en carne viva
frente
al espejo.
Estar
preparado
para
la próxima mentira.
|
S.
Siempre
nos quedará Valladolid
y
sus calles que niegan la línea recta.
Siempre
nos quedará aquel gesto,
un
poema,
el
trazo inseguro de una carta.
Siempre
nos quedará una farola fundida,
el
callejón mal iluminado
donde
es más fácil
la
confesión y el beso.
Siempre
nos quedará esta memoria
duplicada
e imparcial.
Y
el secreto convencimiento
de
haber vivido una mentira
disfrazada
de gran historia trágica.
|
POSTALES
DEL INTERRAÍL
1.
Un
precioso hotel
en
una casa típica holandesa.
Un
ático sobre el canal.
Con
terraza y una bañera
enorme.
¿Recuerdas?
Tú
deseando darte un baño conmigo.
Yo,
sudoroso, agonizando de fiebre
por
el mono.
No pudo ser.
2.
Amsterdam.
Otro
hotel.
Cutre,
con un cartel
de
Corrupción en Miami
en
la pared.
Y
con claraboya hacia
ninguna
parte.
Tú,
rotunda sobre la cama,
exigías
tu cuota de caricia.
|
Yo
necesitaba el abrazo hipnótico
de la marihuana.
No
pudo ser.
3.
Bruselas.
Unas
duchas comunes
a
altas horas de la madrugada.
Nuestros
cuerpos buscaban con ansia
el
calor compartido,
la
continuación del beso.
El
agua de la ducha
salía
fría.
No pudo ser.
4.
En
el viaje de regreso,
con
resaca, en un cuadernillo
se
escribían las palabras
te
quiero.
No pudo ser.
|
INVENTARIO
Os
recuerdo a todas,
aunque
no recuerde
vuestros
nombres y caras,
o
sepa localizaros en
el
año y lugar exactos.
Recuerdo:
besos robados a la inocencia,
aquellos
regados en gin tonic
o
martini vodka,
aquellos
puros como misa de domingo.
Puede
que no recuerde con exactitud
dónde
o cómo nos conocimos,
las
coordenadas exactas del milagro.
Pero
sí recuerdo
el
tacto de vuestros senos:
los
pubescentes,
de
respuesta inmediata,
los
lúbricos que exigían
|
la
continuación de la caricia
incluso
aquellos que no ofrecían nada,
tan
solo la promesa
de
dejarse llevar.
Prometo
que me acuerdo
de
todas vosotras.
Y
de nuestros finales:
el
final de la inocencia
a
distancia,
el
final orgásmico
del
día siguiente,
el
final por miedo
a
quedar atrapado.
|
REQUIÉM
Descansen
en paz
los
senos que mordí
y
sus revisitaciones onanistas;
las
manos que dejé tendidas
y
quedaron huérfanas;
los
ojos que memoricé
antes
de las lágrimas.
Descansen
en paz
los
bares oscuros en que derramé
rabia
y vómito,
donde
ofrendé mi sangre
a
un dios panzudo y renqueante;
las
esquinas marcadas
con
orín y cocaína;
los
fríos pasillos de casas
que
nunca fueron hogar.
Descansen
en paz
el
bohemio, el tahúr,
el
eremita, el borracho…
las
poses impostadas
de
un personaje que nunca fui.
|
Descansen
en paz
las
palabras que silencié
y
fueron repetidas
en
inútiles diálogos frente al espejo;
los
poemas inconclusos
que
quedaron sin musa ni papel..
Descansen
en paz
todos
los muertos
de mi
memoria.
MATIZ
La
nostalgia
tiene el tono sepia
de la derrota.
|
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