Antonio Merayo nació en Corullón (León) en 1949. En 1968 crea y dirige la revista de poesía Transparencia. Su primer libro se titula Opúsculo poético (1970). En 1978 cofunda la revista de poesía Alcance. En 2004 fue nombrado Poeta del Alba en Candás (Asturias). En 2005 ve la luz su poemario En aquel tiempo azul. En 2006 coordina los recitales poéticos Leer el paisaje en el Jardín Botánico de Gijón y participa en la Gran Noche de la Poesía del Salón del Libro Iberoamericano, junto con poetas de tres continentes. En 2011, dieciséis poetas le dedican un libro-homenaje titulado Encuentros poéticos con Antonio Merayo. Parte de su obra aparece en libros colectivos como Presencias del origen en la poesía leonesa actual, Poemas en la arena, Palabras con Ángel, Una vida para la literatura o Resonet vox poetae. Durante dieciséis años coordinó los Encuentros Poéticos en el Centro de Cultura Antiguo Instituto Jovellanos de Gijón. Ha colaborado en revistas literarias, como el Invisible anillo. En 2016 es incluido en la antología de aforistas españoles, argentinos y mexicanos titulada Aforismos contantes y sonantes. Antología consultada, y ve la luz su libro de aforismos Tiempo escrito. Recientemente, en The Booksmovie han sido editados Homenajes y Se trata de escribir un hombre. También hay que destacar que Merayo está incluido en los libros Historia de la literatura leonesa y en El Siglo de Oro de las Letras Leonesas.
Entrelíneas de los textos de buenos
escritores se divisan
grandes horizontes.
Escucho con absoluta atención a
quien piensa mientras
Habla.
Se necesita pareja para compartir
risas.
Eufemismo: cualquier cosa que diga
un político.
Madruga para cultivar emociones.
Hay fotos que llegan lejos gracias
a su pie de página.
El futuro de todos es para morirse.
Para las aves no es imposible
bañarse dos veces en el mismo río.
Quien no dialoga consigo mismo, mal
puede dialogar con
los demás.
Manifestándose tal cual es
demuestra ser un impostor.
Me gusta cómo te vistes, pero más
como te desvistes.
La mejor referencia sobre una
persona es basarse en lo que no se dice de ella.
Siempre tiene prisa quien no va a
ninguna parte.
Verso a verso se dejaron más
desnudos que un poema sin palabras.
Si dejara de descubrir o de
inventar defectos en los demás
Para él la vida no tendría sentido.
No dejes que se te pudra el tiempo.
El sabio duda de ser sabio; el
ignorante, no.
Caminante, no hay camino, se hace
camino al amar.
(Mínimo homenaje a don Antonio
Machado)
Más libros, más libres.
Hay días en que uno no está más que
para vivir.
(del libro Tiempo escrito)
Ser la propia escritura. Ser verbo
que palpita,
Recuperar la primigenia
transparencia. Escribir para
Ser lo que pudiendo ser apenas
somos. Nombrar la
Flor para que exista y nos
descifre. Extraer de su raíz
Antídotos contra males sin nombre.
Decir lo no sabido para aprender la
claridad.
transcender la apariencia, que es
pájaro que miente.
Desnudar la palabra en su trance
más lúcido. El verbo
Brota en lo que somos o es corteza
de nada.
Respirar el lenguaje. Decirnos
hacia dentro. Que el
Verbo nos revele los oculto en las
raíces. No quedarse
en sinónimo de lo que nos defina.
Escuchar esa
música exclusiva de lo que no
revela. Llegar a ser lo
que la luz nos dicta.
Ser escritura para ser los matices
del aire, la pulsión
De lo nítido, metáfora con fruto.
Llegar a conocer lo
Que pudimos haber ido. Ser la
propia escritura, pero,
También, lo que no alcance la
palabra.
(del libro Una vida para la literatura)
SINFONÍA EN DO DE PECHO
La lucidez incomprendida / de las
estrellas apagadas
En tus labios, / la imperfección de
la belleza
remilgada, / las arterias del aire
/ soñando ser pájaros
azules, / el viento comedido / y su
futuro incierto, / la
ecuación de los silencios amordazados, / ojos que son
la fiesta del instante, / la
operación a verbo abierto
/ siempre tan arriesgada, / la
hondura y la fragancia
/ de los sueños contigo, / el
calendario deshojado /
sin ni siquiera ser otoño / que
desconcierte al tiempo
/ y a nosotros que somos / sus hijos
preferidos, /
la acústica del miedo / que
sobrecoge a la canción
que era feliz, / el director de
orquesta cuya batuta
siembra / lo que cosecha / el
espíritu atento, / el
consuelo encontrado / pese a las
ilusiones rotas /
entre tus muslos transparentes, /
la voz azul de la
extrañeza / que resucita a un vivo
/ con la angustia
hasta el cuello, / el triste rictus
de las castañuelas /
que parecen felices y solo lo
parecen, / los cómplices
que ayudan / a descifrar la vida, /
esa voz que de
pronto / despierta los sentidos /
que parecían rotos,
/ la marioneta liberada de los
hilos del sistema /
urdidos con engaños, / el acordeón
sin música porque
se siente fuelle necesario para
avivar la lumbre / que
atenúa el invierno / que llega
hasta la médula / del
hombre sensitivo, / la cámara que filma / el esqueleto
de la música, / la injusta situación de la maleta que el
destino apea a última hora, / el
bolso del vacío / que
guarda sus propios recuerdos, / las
ataduras a la danza
/ impuestas por aquellos que
deberían ser juzgados, /
el sinsentido gris de las palomas
que no existen, / la
cerrazón de quienes permanecen
presos en sus propias
mazmorras, / el llanto en seco, los
eclipses de amor / y
todo lo demás que casi todos
conocemos.
TAREAS PARA MAÑANA
Reutilizar
los sueños
oxidados, reparar esperanzas,
darle la vuelta a la tristeza para
hallar su otra
cara, reanudar relaciones con
amistades averiadas,
ponerle medias suelas a los zapatos
con que andar
por las nubes, remendar alegrías,
plantar árboles
frutales aunque no sean los más
altos, ver si todas las
dificultades son serias o si alguna
resulta divertida,
rehabilitar la casa común de la
solidaridad que se
hallaa deshabitada cuando tantas
personas sufren
a la intemperie. Mañana será otro
día. Espero que
amanezca pronto.
SARA PÉREZ-PAVÉS, IN MEMORIAM
(fragmento)
Tenía los
ojos del color de la alegría de vivir. El
Tiempo
se detenía a contemplar y por eso tal vez ella
No
envejecía. Radiante, salutífera como una fuente de
Agua
transparente, capaz de hacer un fuego con leña
Intendible.
La encontraron muerta en la cama, con
Las
gafas puestas y un libro entre las manos. Sara se
Murió
leyendo, una vez más, la vida.
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