Encuentro Literario con Luis Javier Pinar




LUIS JAVIER PINAR 

Luis Javier Pinar nace en San Sebastián en 1977 pero lleva casi toda su vida en Dueñas, Palencia, donde reside actualmente.

Es actor, mago, músico y ejerce como profesor de poesía en la Universidad Popular de Palencia. Preside la Asociación Cultural Capirote y forma parte en Palencia del grupo de poesía DiVersos, destinado a dar voz a todos los poetas y aficionados a la poesía que participan exponiendo sus trabajos a través de una lectura de micrófono abierto.

Su obra aparece en el cuadernillo “Ramos de versos” (2007) y en varias antologías de poetas palentinos, tales como “Palencia, tiempo aprehendido” (2009), “Palencia. Palabra y luz” (2012),   “Voces del Extremo. Poesía antidisturbios” (2015) y “La poesía a la calle. Antología poética del grupo DiVersos” (2015). Tiene dos poemarios propios publicados: “Bocetos para un autorretrato” (2013) y “Manual para malos comensales” (2018) que nos presenta en este encuentro.

También ha recibido varios premios entre los que destacan: Comarca del Cerrato en las Justas Poéticas de Dueñas (2003), segundo premio en la Justas Poéticas Vallisoletanas (2004), primer premio Poesía Aliñada (Valladolid, 2016), Botijo de Plata en las Justas Poéticas de Dueñas (2016) y primer premio en el Poetry Slam Valladolid (2013).

 
  TAN LEJOS Y TAN CERCA
Ahora que de ti me separan
trescientos cincuenta y dos kilómetros de ausencia
y una amenaza gris que cubre el cielo
devolviendo el barniz frío
a las piedras de la casa,
ahora estoy pensando en ti
y eres tú quien se gira
si te llamo en voz baja
y tú quien ha pasado
corriendo por la calle
con bolsas de la mano,
tú quien arranca un coche o ríe
quién sabe de qué cosa,
tú quien llama a algún timbre
vestida de cartero,
tú quien pasea a un perro
o entra en un portal de puerta ajada,
tú, sólo puedes ser tú,
como también eres esa mujer polaca
que ganó el premio Nobel de literatura
y firma los versos que ahora leo
con un nombre impronunciable.
 
EN OTRO IDIOMA
 
Ha olvidado mi madre
tantas palabras que heredó de niña
allá cuando las cosas importantes
ardían a la luz de los braseros.
 
La vida fue apagando
con el valor del golpe y del esfuerzo
la llama de sus días más felices.
 
Pronto la obligación siniestra y dura
de cuidar de unos hijos
que por edad no pudo haber parido
e hincar las dos rodillas en la  mugre
de alguna casa ajena,
como quien reza a Dios una plegaria
que le salve de todo.
 
Cambió mi madre un cofre de palabras
por ese mar de llanto
donde ahogar el pecado de ser pobre.
 
Con el tiempo
su útero albergó tres esperanzas
y sus manos cosían sin descanso
las heridas del mundo,
y los sueños también se hicieron callo,
y meció entre los brazos
la rabia y el dolor recién nacidos
con la mirada al borde de la tierra,
pero ya era muy tarde
y apenas recordaba de qué modo
se nombra tanto amor
en otro idioma.


 EL CORAZÓN HUMANO
Sabed que el corazón humano asila
el circular remedo de sus horas.
Es un vinilo que se estría al golpe
de todo cuanto pudo estremecerlo.
En él, la muesca aguda de diamante
atraviesa con saña su espinazo
y graba el corte de su testimonio
fijando en cada surco una batalla.
 
Este disco de ardientes hendiduras
late al son de la vida que lo imprime
y muestra una canción en cada arruga,
como un sueño de aguja que al pulsarlo
convoca el palpitar de su pasado.


 Por eso suena a llanto algunas veces
y algunas veces suena a carcajadas.

 
 
 
 
COMO SI NADA IMPORTA

Como si nada importa
la noche por los suelos
y brumas en la alcoba,
como si nada importa,
la sonrisa del tedio,
los bosques, los abismos,
el infarto de un jueves,
un sistema de sombras
como si nada importa,
la rutina del musgo
posado en las heridas,
la prisa en la partida,
los bolsillos por fuera,
el desdén, el perfume
flotando tras la puerta,
vender la incertidumbre,
como si el tiempo barro,
como si el fuego olvido,
el llanto en los panales,
como si nada importa
mi cuerpo en una rama
lamiendo el humo de tu indiferencia.
 



ELEGÍ A LAS LENTEJAS QUEMADAS
A José Villullas 
  Yacen bajo el dolor de quien los llora
  Calcinados cadáveres que pueblan
  El fondo de esta anónima batalla.
  Sobre el metal sus cuerpos, ahora inertes
  conservan la postura en la que el fuego,
  cobrándose otro triunfo, les dio caza,
  y siguen arañando las paredes
  en un intento inútil por salvarse.

  Toda legumbre es ya su propia sombra;
  Los restos son un manto impenetrable
  de oscuridad sumida en la espesura,
  de masa descarnada y aún caliente.

  Rompe el vacío seco y el silencio
  Plegaria tras plegaria que las tripas
  Lanzan como lamentos a este duelo.
  Una desolación lo cubre todo.
  Han enlutado el día sus cenizas
  Y el olor de la muerte empaña el aire.
 
INSTRUCCIONES PARA HACER UN BIZCOCHO
 


Cuánto consuelo en solo una acaricia,
En solo una verdad, la que recuerdas,
la que implantó su mano al amasarte
los vértigos del pecho, cuánta calma
en restaurar lo dulce a tu armonía,
en incautar tu miedo a lo que duele. 


Cuánto afán en batir ensoñaciones,
En dar forma al deseo enharinado,
Cauterizar la herida con el cítrico
Del beso por las horas imperfectas,
Ella la levadura de tus noches,
Su cuerpo ungido en ese óleo antiguo,
El molde donde entrar lo bien hallado. 


Cuánto poder blandía en su cobijo,
cuánto en resucitar lo que era inerte,
en elevar por la temperatura
la carnosa grandeza del mercurio. 


Sabes que la quisiste unos minutos.
Aún hoy piensas a ratos que la quieres;
pero no quedan migas del delito
y todo fue irreal o todo escaso.
 
(En Manual para malos comensales)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por darnos tu opinión.