ESTAR POETA
Ser o estar, esta es la cuestión eterna que Begoña Abad soluciona con su sentencia “yo estoy poeta”, después de dejarnos a todos con el alma poseída de sensaciones, después de encogernos el corazón con la dureza que la vida tiene (a pesar de que a veces intentemos mirar para otro lado), después de apabullarnos con su certera palabra y su hermoso interior que se hace presente en cada pequeño gran poema que sale de su boca.
El martes tuvimos el placer de compartir su creación literaria y su experiencia vital y, definitivamente: “Estar poeta” es un estado enriquecedor y generoso que, en Begoña Abad, alcanza su significado más completo.
Yo, que siempre bailo con la más fea,
que arrimo el ascua
a la sardina del que nunca pesca
y que salgo a la calle
con un libro de poemas en la mano
por si se hace de noche,
por si levanta el cierzo,
por si se pone a tiro el tirano de turno
y tengo que hacerme ver
(yo, la invisible),
me ando preguntando últimamente
quién dice ser el dueño
de esta barraca en la que nos subieron
porque quiero que sepa
que tengo libre acceso a una voluntad libertaria
y a una idea fatal:
la de que aquí cabemos todos.
Fotografías Miguel N. Sánchez y Nacho Serrano.
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