Estará acompañado de Mª Ángeles Pérez López y Montserrat Villar.
PABLO GUERRERO CABANILLAS, cantautor y poeta.
Nació en Esparragosa de Lares, provincia de Badajoz. Estudió Magisterio en Sigüenza (Guadalajara), donde continúa ampliando su bagaje literario. A los 16 años le regalan su primera guitarra.
En sus comienzos a veces toca con un grupo amateur de la Escuela, canciones de Los Bravos y Los Brincos. Toca canciones de Georges Moustaki, Jorge Cafrune, Joan Baez, Massiel, el Dúo Dinámico... Marcha a Madrid a estudiar Filosofía y Letras, rama de Literatura, al tiempo que comienza a cantar, sin ánimo aún de profesionalizarse.
Continúa su formación como músico asistiendo a clases particulares. Su acervo poético aumenta con lecturas de Pablo Neruda, Blas de Otero, Luis Cernuda, José Ángel Valente y José Agustín Goytisolo entre otros.
Reconocido cantautor, tanto sus obras musicales como poéticas han tenido gran repercusión y obtenido el reconocimiento del público y la crítica. Muchos de sus discos están relacionados con la literatura de su época, ya que Pablo Guerrero ha musicalizado muchos poemas de poetas coetáneos.
LP: 1972: A cántaros (Acción); 1975: Pablo Guerrero en el Olympia; 1976: Porque amamos el fuego; 1978: A tapar la calle; 1985: Los momentos del agua; 1988: El hombre que vendió el desierto ; 1992: Toda la vida es ahora; 1995: Alas, alas (BMG Ariola)1999: Los dioses hablan por boca de los vecinos; 2000: Sueños sencillos; 2005: Plata; 2009: Luz de Tierra; 2013: Lobos sin dueño (Antología personal 40 años de a Cántaros)
LIBROS: 1999: Los dioses hablan por boca de los vecinos (Cicón); 1999: Donde las flores se convierten en agua (Badajoz) - con fotografías de Antonio Covarsí; 2002: Tiempo que espera (Colección Vincapervinca) - con fotografías de Antonio Covarsí; 2003: Los rastros esparcidos (Ellago); 2004: Pablo Guerrero, un poeta que canta (Verbum); 2006: Viviendo siglos (Ellago) - dibujos de Antonio Sosa; 2007: Escrito en una piedra (Visor); 2010: Los cielos tan solos (Maia) - prólogo e ilustraciones de Miguel Copón; 2012: ¿No son copos de nieve? (Maia) - prólogo de José Ignacio Eguizábal e ilustraciones de Miguel Copón; 2014: Sin ruido de palabras (Maia) (Ilustraciones de Pablo Caballo),…
LA ROSA AZUL ACABADA, Ediciones Maia, 2015 Leer a Pablo Guerrero es imaginar su voz al oído, acompañada de las manos cóncavas que se abren para recoger la lluvia que incesante debe caer y hacer renacer la vida. La rosa azul acabada, abre esas manos y las alza en un intento de atrapar la luz, el viento, los sonidos que en el silencio de las calles y los campos nos acunan; el ritmo de la vida, el aliento y la música que cobija cada día, y la palabra que se va construyendo en cada amanecer para llegar, tatuados del rojo que nos salva al azul de la rosa que abre sus pétalos al final de los tiempos. La tierra, el agua que fluye, las raíces vigorosas de los árboles, las piedras eternas, las nubes, el sol, la luna, el arcoíris que construye puentes, la música y, de nuevo, la palabra, recorren estas páginas salpicadas de dibujos de Ángel Aragonés, tan esenciales, limpios y evocadores como los poemas de Pablo Guerrero. Como dice Antonio Crespo Massieu en el prólogo que abre esta edición, “Esta es la no búsqueda de la poesía, el encuentro de la palabra que nace del vacío, de la atenta escucha, de la inocente mirada capaz de contemplar la lluvia, el aire, el limo, el fuego. Pablo ha llegado al claro del bosque, se ha tendido en la hierba, se ha despojado, se ha confundido con la tierra y el cielo que le circunda, ha esperado la palabra”. Nosotros, lectores, disfrutamos de sus poemas, imaginando que nuestro Pablo Guerrero de carne y hueso nos susurra al oído sus poemas, porque en ellos, como en él, la tierra, el río, la lluvia, los árboles, las piedras, la música, la voz, son palabra y verso que late. (Montserrat Villar González)
POEMAS
ESTA
PAZ NUESTRA
Prendes bajo tus
pies la gravedad
-leve peso, la
tierra, punto de luz azulada
entre mares de
galaxias- prendes
bajo tus pies
la gravedad
que enraíza, te
ocupa, y tus hombros arquea.
Desde el tiempo y el
tiempo
-nada en jaula
jamás, nada cautivo-
rompes las rocas que
ocultaran cuevas
y hallas el loto de
jade
en la paz de la
nieve cárdena
que nos habita.
Esta paz
que transformará tus
ojos
-alma y ventana que
sabe
de la belleza del
mundo-
esta paz nuestra
remansada
de fuente
fría.
Hay más:
te alzarás como el
roble de las ramas cruzadas
de los centros del
bosque, a cuya sombra siembras
todo el trabajo que
logró una vida,
todo el conocimiento
que logró otra vida.
Todo a lo que ha
dado paso la hendija de tu pupila.
Toda la leve ternura
con la que oreas y ondeas
-paz de caballo del
aire-
copos de nieve.
Palabras.
BARCAS DE REMOS
Contemplarás las
estelas de los ojos del río.
Y dirás: ahí vivo.
Crecerás con las
notas de las nanas que acunan.
Y dirás: ahí vivo.
Pasearás por
ciudades donde no existe alguien.
Y dirás: ahí vivo.
Lanzarás las
cantigas de los pórticos ocres.
Y dirás: ahí vivo.
Ceñirás la corona de
las estrellas bajas.
Y dirás: ahí vivo.
Te protegerán los
montes de la nieve en la piedra.
Y dirás: ahí vivo.
Quedarás en las
huellas de los iris del aire.
Y dirás: ahí vivo.
Rezarás la mañana de
las íntimas nubes.
Y dirás: ahí vivo.
Cantarás ante el
alba de las conchas de nácar.
Y dirás: ahí vivo.
Ahí vives, porque ya
arriban
-al cabo de tantos
sueños-
las barcas que tu
aventura ha devuelto a la mar.
EL GRISÚ DE LA TORMENTA
Acercas la mañana
de los naranjos
prendidos
de azahares, las lámparas
votivas
que te dicen: ahora.
Por tanto,
la madrugada espera
sobre el campo logrado,
esta luz que
sostienen el amor del inicio.
La experiencia del
agua
que no nace ni muere
porque siempre
retorna,
porque nunca es la
misma.
Por tanto,
caballos anteriores
al cercado de alambre
piafan prestos a
entrar
en los montes que
habitan
los incendios de
nieve.
Se alimentará tu cuerpo
del maná concedido
en las pozas del
norte,
suturas en las
heridas
del corazón que
estuvo
envuelto en guerra.
Y cigüeñas y
canciones volarán celebrando
que, para nunca
volver,
se fueron
los estallidos
broncos
del sangriento grisú
de la tormenta.
CELEBRACIÓN DE LAS VICTORIAS
Pintas tu rostro con
el oro esparcido
por los cometas,
con el oro ritual de
las copas labradas
que han rozado
tantos labios.
Pues celebras las
victorias
-aunque las
victorias nuestras
bien sabes que no
merecen,
acaso, ser celebradas-
de la aurora que
entreabre la cancela de los juncos.
Pleamar que suma
luz.
Aurora, luz
extendida.
Partitura de
silencio.
La rosa está
terminada.
Y llegará la alegría
con sus cantos de alabanzas
y arrojará sobre ti
-sobre todo lo que
late-
los pétalos
incendiados de jarales entre encinas.
Y con el fruto del
árbol
-el amor que nos
alcanza-
crearás, en cada
inicio,
la fundación de la
luz, a las novas celulares
de tu cuerpo
entrelazada.
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